<body><script type="text/javascript"> function setAttributeOnload(object, attribute, val) { if(window.addEventListener) { window.addEventListener('load', function(){ object[attribute] = val; }, false); } else { window.attachEvent('onload', function(){ object[attribute] = val; }); } } </script> <div id="navbar-iframe-container"></div> <script type="text/javascript" src="https://apis.google.com/js/platform.js"></script> <script type="text/javascript"> gapi.load("gapi.iframes:gapi.iframes.style.bubble", function() { if (gapi.iframes && gapi.iframes.getContext) { gapi.iframes.getContext().openChild({ url: 'https://www.blogger.com/navbar.g?targetBlogID\x3d15843670\x26blogName\x3dDe+Blogueros+y+Blogs\x26publishMode\x3dPUBLISH_MODE_BLOGSPOT\x26navbarType\x3dSILVER\x26layoutType\x3dCLASSIC\x26searchRoot\x3dhttps://blogersyblogs.blogspot.com/search\x26blogLocale\x3des_CR\x26v\x3d2\x26homepageUrl\x3dhttp://blogersyblogs.blogspot.com/\x26vt\x3d-5470086084572619415', where: document.getElementById("navbar-iframe-container"), id: "navbar-iframe" }); } }); </script>

24.3.06

Cambiar Al Mundo

El tipo de esta historia es uno de esos a los que muchos consideran anticuados, fuera de lugar, y hasta un poco raros. Nuestro protagonista saluda indiscriminadamente a todas las personas con las que cruza su camino, sean conocidos de años o perfectos extraños a los que no ha visto nunca. Dice siempre "¡Muchas gracias!" cuando recibe el mas ínfimo favor y, cuando otro le agradece algo, siempre está presto a responder “Con mucho gusto”, “Es un verdadero placer”, “No tiene Ud. por qué darme las gracias”, o alguna otra frase -nunca expresada por mera fórmula, sino con absoluta convicción- por medio de la cual intenta comunicar que lo que haya hecho es su propia retribución, y que no cree merecer en realidad que se le agradezca.

Este individuo está indefectiblemente pronto a ceder su asiento, su lugar en la fila, o la prioridad de paso a otro vehículo o a un transeúnte. Es de esas personas que intercambian cordialidades -siempre iniciadas por él- con su vecino todas las mañanas cuando se dirige a su trabajo, que todos los días deposita una moneda en la mano del tipo que -llueva o haga sol- siempre pide en la misma intersección, que deja de lado cualquier tarea que tenga entre manos para asistir a alguien que solicite ayuda.

He sabido -de buena fuente- que este hombre ha perdido sumas diversas de dinero; dinero que ha prestado a algún pariente y amigo que “olvida” la deuda, o por tener que verse forzado a cubrir obligaciones pecuniarias en las que accedió a fungir como garante. No obstante, siempre está anuente a prestar de nuevo, o a estampar aun una vez más su rúbrica en el espacio destinado al fiador. Y ¡ni que decir de las herramientas, libros u otras cosas varias que a lo largo de los años ha prestado de la más buena gana a quien se los ha pedido prestados; y que nunca parecieran encontrar el camino de vuelta a su legítimo dueño! Nuestro hombre, que tiene una percepción de la honorabilidad completamente extraña a muchos de nosotros, se siente avergonzado por la mera posibilidad de pedir que le retornen un artículo dado en préstamo.

Ah, pero eso si, para este inusual sujeto la palabra que empeña es un vínculo indisoluble, sus deudas son ineludibles, un apretón de manos tiene plena fuerza contractual. Cree intrínsecamente en las personas, y no se ha permitido corroer todavía por la desconfianza cuando otro le desilusiona.

Tengo que confesar que, la mayoría de las veces, no consigo entender o asimilar las actitudes de éste individuo. No obstante, le he conocido por años, y le profeso un afecto sincero y profundo. Un día -cínico sin remedio como soy- le decía que, en un mundo rápido, implacablemente cruel y despersonalizado como en el que vivimos, sus actitudes se me antojaban como caprichosas y fútiles. Nuestra conversación se desarrollaba más o menos así:

-Mirá, la verdad es que a veces no te entiendo. Vos seguís tropezando en las mismas piedras todo el tiempo. ¿No te das cuenta acaso de que la gente abusa de vos? Nadie te ve como un hombre bueno. ¡Te ven como a un tipo más bien medio tonto, del que es facilísimo seguir aprovechándose una y otra vez!

Mi amigo, con su habitual candor, me respondió:

-Diay, así soy yo. Me siento bien siendo tal y como soy. Me satisface vivir la vida tal y como la vivo. Yo aun creo en la gente, creo en el amor, creo en la compasión. Si se que está dentro de mis posibilidades el hacer la diferencia para alguien mas, me gusta poder hacerlo.

Yo, que aun no había cejado en mi intención de provocarlo, le dije:

-¿Vos te creés que, con tus actitudes, vas a hacer alguna diferencia? ¿No te das cuenta que, no importa lo que vos hagás, la situación general en el mundo no va a cambiar?

Ante esto último, mi amigo me miró con intensidad a los ojos por un instante. Luego me devolvió, gentilmente pero con firmeza, la siguiente respuesta, con la que consiguió silenciar la tonta insolencia con la que yo le increpaba:

-Te equivocás, amigo. No me creo tanto como para pensar que puedo cambiar el mundo. Mis actitudes, las cosas que hago, la forma en que soy… todo ello es para dejarle saber al mundo que, no importa el cariz que adquieran las cosas, el mundo nunca me va a cambiar a mí.

5 Comments:

Blogger Floriella dijo...

Clap, clap, clap. Bellísimo relato y fantástico final, Ozzie.

9:05 p. m., marzo 24, 2006  
Blogger xwoman dijo...

Excelenete final!! sublime, qué enseñanza de vida! Me ha encantado este escritor de principios de siglo XXI
Un beso cálido!
;)

8:18 p. m., febrero 22, 2007  
Blogger Oscar dijo...

Aunque te conformés con poco (como las tonterías de este post), me alegra que te satisfaga. Te equivocás en algo, sin embargo. El autor es un fosil anquilosado de mediados del siglo XX. Un modelo 68, para ser precisos.
Gracias! Sos un sol.

8:22 p. m., febrero 22, 2007  
Blogger xwoman dijo...

(K)

8:24 p. m., febrero 22, 2007  
Blogger Mujer de Negro dijo...

👏
Ya me gustaría hacerlo yo, pero luego me etiquetan de loca o de "algo trama"

🌷

2:28 p. m., mayo 08, 2019  

Publicar un comentario

<< Home