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26.12.05

Confesiones de invierno

(Nota de Ilana: Esto es un trozo de texto robado de una carta más larga, pero me pareció justo compartirles esta parte, ya que me han convidado sus impresiones de San José en época Navideña)

Aquí todo con respecto a la época es muy falso, casi no salgo a la calle, no es cierto, salgo pero a caminar por la playa... he dejado unas series de fotos últimamente en mi blog de la playa aquí, es de una hermosura desolada que me gusta más que nada, no me gustan las playas repletas de bañistas en mallas y apretujadas entre la muchedumbre, prefiero la soledad, el dolor crudo del mar contra las rocas, las dunas abandonadas o propicias para un encuentro amoroso a escondidas y con toda la pasión y temor que eso implica.


En el centro de la ciudad todo está plásticamente alegre, hay luces y gente comprando cosas, cosas y más cosas, sin pensar en si uno necesitara tanta basura. Yo no, me abstengo. Le compré un arbolito de romero a mi nena, y ya está... todo mundo le da tanto que no sé ni por dónde meter las cosas. Prenderemos velas de Hanukah que mi madre me mandó de la otra costa. Yo sólo le compro libros, y ya ni eso, porque tiene un mundo de lectura por delante, como yo, una casita relativamente chica, pero cómoda. Por las mañanas hace frío y las montañas se irguen como águilas, altaneras, de un gris-verdoso, con bosques abundantes dado las lluvias de esta época. El año pasado llovió mucho más que este año, pero no ha llovido sino una noche en las últimas tres semanas, aún así, es época de verdor. El cielo se llena de nubosidades, formas bellas y celajes indescriptibles con el crepúsculo que llega demasiado temprano. Las noches son largas, frescas, a veces con un aire cálido entre el frío como las corrientes de agua en el mar que de repente te
sorprenden por el placer secreto que proporcionan. Huelen a pino y a eucalipto. Las yerbas se pegan, muertas, a la tierra en tonos dorados y no hay gente ya que deambule por la universidad. Los edificios actúan como vigilantes, cobran una vida silenciosa que uno no percibe cuando están llenos de alumnos. Me siento sola, pero me gusta esa soledad, parece una soledad llena de promesa y posibilidad. Me imagino esta soledad como la que tanto me fascina de las ciudades grandes, como Nueva York, o Boston, o el DF de invierno, frío, seco, solo, bello. Sin hojas en los árboles.

Aquí es la tierra del sol eterno, pero no te creas, es un sol aislador, frío, a veces cruel, pero más que nada, el sol es como un
amigo que te acompaña en todas las aventuras, me hace sonreír en mi alma cuando salgo de la oscuridad de mi oficina o mi sala.

5 Comments:

Blogger Floriella dijo...

Debe ser bonito recibir una carta tan hermosa y tan bellamente escrita. Como siempre, sabes transportarme con tus letras, Ila.

11:58 p. m., diciembre 26, 2005  
Blogger ilana dijo...

Todavía espero que me llegue algún día ;) - No, en serio, lo que se ha perdido al escribir a máquina, trato de recuperarlo, que las relaciones epistolares pueden valer mucho.

6:18 a. m., diciembre 27, 2005  
Blogger Solentiname dijo...

Confesiones de invierno... cómo las de sui generis? ;) es cierto, al escribir una carta, uno no solo se la escribe a los demás, se la escribe a uno mismo, y a veces, da más que en un chat...

9:18 a. m., diciembre 29, 2005  
Blogger ilana dijo...

pero sólo aveces con las charlas que nos echamos, my dear ;)

(los lunes, ya me siento bien - je je)

11:17 a. m., diciembre 29, 2005  
Anonymous Anónimo dijo...

"Confesiones de Invierno" no es el titulo de una cancion de Sui Generis???

6:38 p. m., febrero 02, 2006  

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