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28.9.05

El Encuentro

Hoy lo vi otra vez. Fue, como casi siempre sucede, un encuentro puramente casual. Yo iba caminando, algo sin propósito, cuando sucedió. Nuestras miradas se cruzaron y ambos nos detuvimos al unísono. Nos quedamos viendo fíjamente a los ojos sin cruzar palabra. La tensión incómoda del momento era visible en nuestras posturas, algo forzadas. Estos encuentros fortuitos siempre desatan una abrumadora cantidad de ideas, emociones, resentimientos no resueltos.

Le conozco desde lo que pareciera toda mi vida. Y, sin embargo, me doy cuenta de que no le conozco para nada. Aun consigue desconcertarme con alguna sorpresa inesperada. En raras ocasiones puede que sea algo agradable, pero la mayoría de las veces lo que proviene de él no resulta ser para mi mas que una nueva desilusión. No somos realmente enemigos; y aunque ambos sabemos que, de manera recíproca, cada uno de nosotros ha sido siempre la causa de los infortunios del otro; hay también un rastro lejano de apreciación tácita entre los dos. De diferentes maneras ambos nos debemos, el uno a otro, nuestras existencias.

Si uno le da algo de consideración al asunto, es casi irónico darse cuenta que tengamos tantísimo en comun entre él y yo, y que, no obstante, seamos tan diametralmente opuestos en nuestras naturalezas. Mientras estábamos allí, uno frente al otro, no pude evitar darme cuenta que ya está visiblemente mas viejo que la última vez que nos encontramos. Ya se notan mas canas en su cabeza, las ojeras bajo sus ojos se han acentuado y las pupílas denotan cansancio. El abdomen, otrora firme, ya se abulta levemente, dejando en evidencia que ya no se ocupa de si mismo con el esmero que se tenía en otros tiempos. Me embargó una vaga melancolía al comprender que los años lo empujan cuesta abajo, lenta pero inexorablemente. Ya nunca será quien fue.

Mientras mi cabeza daba vueltas a todos esos sentimientos e ideas, ambiguos y contradictorios entre si, nos acercamos un poco y nos observamos las caras. Lo hicimos sin decir una palabra, porque entre nosotros las palabras siempre han sobrado y, en todo caso, se vería extrañamente fuera de lugar una conversación de cualquier índole entre nosotros. Así, a escasa distancia, una especie de entendimiento no expresado cruzó el espacio intangible entre ambos. Los dos esbozamos en la comisura de la boca, al mismo tiempo, un asomo de sonrisa triste. Finalmente apartamos las miradas. Yo recuperé el control de mi movimiento, perdido temporalmente por el encuentro que, aunque en realidad breve, siempre se me antoja como una eternidad.

Me alejé de allí con paso apresurado y sin volver a ver atrás, pero anticipando secretamente la próxima vez que nos veamos. Él, mientras tanto, se adentró de nuevo en el espejo.

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26.9.05

He Aprendido

A lo largo de nuestras vidas vivimos las mas variadas experiencias que, si tenemos suerte, serán para nosotros verdaderas lecciones que nos dejen indelebles enseñanzas. Para que se cumpla lo anterior hay requisitos que debemos cumplir. Lo primero es vivir. Me explico. No podemos pretender transitar por nuestras respectivas existencias terrenas simplemente limitándonos a la diaria rutina de despertar, cumplir con nuestras ocho horas diarias de labor remunerada, volver a nuestras residencias, dormir; con variados intervalos a lo largo de la jornada dedicados a alimentarnos, descansar, el quehacer escatológico, etcétera; para reiniciar un día verdaderamente indiferenciable de los demás a la mañana siguiente. La vida, la verdadera vida es, como lo escribió el guionista de una película de esas que realmente disfruté: no la suma de las veces que respiremos, sino mas bien la cantidad total de aquellos momentos que nos quitaron el aliento. Para vivir hay que "tirarse al vacío (figurativamente si, pero a veces también de manera algo mas literal), y tener experiencias únicas. Deberíamos poder romper la rutina en ocasiones. Hacer cosas por impulso. Ser espontáneos. Actuar porque así nos nace, sin que nos corte las alas el "que dirán" o el miedo a vernos ridículos. Darle rienda suelta al deseo por sobre la conveniencia y hacer aquello que siempre hemos querido y que, para colmo de males, hemos envidiado en secreto de aquellos que si se atreven.

El segundo requisito para poder aprender de la vida sería, a saber, el ser lo suficiéntemente receptivo como para interiorizar las lecciones que se deriven de nuestras experiencias. No hay nada mas triste que reconocer que los hombres (y Uds. también, señoras y señoritas; damas todas) somos las criaturas que contradecimos con mayor frecuencia la máxima aquella que dicta que un rayo no cae dos veces en el mismo lugar. Una abrumadora mayoría de nosotros pasamos por lo mismo una y cien veces y no sumamos ni la mas ínfima adición a nuestro acervo personal. Hay que vivir, si, pero hay que tener la presencia de mente para derivar algo de cada experiencia que vivamos. En ocasiones aprenderemos trivialidades; en otras recibiremos genuinas epifanías que cambiarán definitivamente nuestro rumbo y hasta nuestra forma de ser y comportarnos. Lo verdaderamente importante es que seamos capaces de obtener nuevo conocimiento de cada momento que vivamos. Sería ideal que, además, pudieramos ser capaces de retransmitir a otros, eventualmente, el producto acumulado de toda experiencia vivida.

La siguiente es una lista (incompleta) de lecciones que yo, en lo personal, quisiera creer que he aprendido. Algunas solamente tienen la intención de ser bromas a medias, otras son verdaderas lecciones en plena forma, y que han dejado huella en mi y mi conciencia. Cuales son cuales, a Uds. les corresponde determinarlo.

- Ningun hombre puede comprender plenamente a una mujer. Ninguna mujer comprende plenamente a otra mujer. Ninguna mujer se llegará nunca a comprender plenamente a si misma.

- Al igual que en el Principio de Intercambio formulado por Edmond Locard, en referencia a la evidencia física (segun el cual no existe tal cosa como un contacto "limpio" entre dos objetos, toda vez que dos cuerpos físicos entran en contacto se "contaminan" mutuamente por el intercambio de diminutas partículas de material), en toda interacción humana habrá siempre intercambio de alguna naturaleza entre los participantes. No existe tal cosa como una interacción "limpia" entre dos o mas personas. Todos afectamos a otras personas (y somos afectados por otros) de alguna manera, imperceptible o no; y nociones como el "no strings attached" son puros figmentos de la imaginación sin asidero en la realidad. De nosotros mismos depende el estar atentos a lo que podemos causar en otras personas con nuestras acciones y actitudes y que de cada interacción con nuestros semejantes resulte algo medianamente positivo la mayor cantidad de veces posible.

- Una linea continua de perforaciones en un pedazo de papel se convertirá, automáticamente, en la sección estructural mas resistente de toda la hoja.

- No necesariamente debemos decir todo lo que pensamos, pero indefectiblemente deberíamos pensar todas y cada una de las cosas que digamos (¡antes de decirlas!).

- Todas las personas tienen un precio. Si bien el precio de las diferentes personas no necesariamente es en metálico, todos deberíamos procurar averiguar cual es nuestro propio límite, y evitar a toda costa vernos atrapados en una circunstancia en la que alguien mas esté en capacidad de pagarlo.

- Se dice que las aguilas tienen el privilegio de poder ver el mundo desde mayores alturas; pero nadie nunca oyó que una comadreja fuera aspirada por el motor de un jet. Todos debemos comprender, y asumir, que el vuelo de nuestros ideales mas altos siempre vendrá aparejado de la posibilidad de caídas mas fuertes. Todo aquel que viva con la mirada a ras del suelo, y viva solo por el día a día, correrá siempre el menor riesgo... pero nunca pasará de ser una comadreja.

- Ninguna resaca nos hace sentir mas desdichados que aquellas resultantes de las borracheras que mas disfrutamos.

- Nuestra existencia física no es otra cosa que el capricho de varios billones de células tienen por ser cada uno de nosotros por un tiempo. Ninguno de nosotros está completamente seguro (aunque algunos lo crean con mayor intensidad que otros) de nuestra propia trascendencia, y absolutamente nadie está exento de la muerte (o de los impuestos, pero eso no viene realmente a cuento aquí). Tenemos que aprender a amanecer cada día como si lo hiciéramos a propósito, a vivir cada jornada como si fuera la última, a tratar de dejar nuestra huella con cada cosa que hagamos; con tal de que, si es el caso que nuestra esencia no trascienda nuestra realidad física, al menos podamos perdurar un tiempo en el recuerdo de otros cuando ya no estemos.

- Ninguna prenda de vestir que no salga de la secadora lista para ser usada debería ser considerada parte indispensable de nuestro guardarropa.

- Comprendamos que, toda vez que no somos entidades perfectas, somos perfecionables. No deberíamos darnos el lujo de hacer lo que quiera que hagamos siempre de manera mediocre, y sentirnos conformes con ello. Por otro lado, no perdamos de vista la perspectiva de que nuestro tiempo es limitado y perdamos el auténtico disfrute de nuestra vida por estar demasiado atentos al menor detalle y torturándonos con ello. ¿A quien diablos le va a importar la métrica imperfecta o la omisión involuntaria de alguna tilde, cuando se escribe (o se vive) una verdadera y bella poesía?

- Como lo dijo Disraeli, y aunque yo plagie y manipule a mi conveniencia la frase de manera tan descarada no por ello es una idea menos valiosa: "No hay que estar dispuesto a morir por las propias convicciones; despues de todo bien podría ser que uno esté equivocado".

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11.9.05

El comienzo

Nota de Ilana: cualquier parecido a la realidad es puramente accidental, o no. Les echo este comienzo para que lo lleven donde quieran, sin preocupaciones por la intención de la autora. Y, para los ofendidos... tápense los ojitos:)

Soledad cerró el sobre delicadamente. Era una barbaridad lo que hacía, eso lo sabía, pero no se pudo aguantar las ganas. Y también sabía de otras cosas que templarían su culpa. Con la punta de su lengua mojó, lentamente, la región dulce y pegajosa, contemplando así la serie de acciones que estaba a punto de desencadenar.


A 20 millas de allí, Agustín estaba en el funeral, viéndose las manos, abriendo y cerrando su puñal. No quería pensar en ella, no ahora, no así, era una cuestión de orgullo, de decoro. Veía a los otros concurrentes, más o menos de su edad, no tan jóvenes, no tan viejos, todos con las caras estiradas de pena. Volvió a verse las manos.

Murió ahogada en el mar. Era todo lo que se publicó en el periódico y la familia no quiso aclararle al público expectante. No importaba que se estaba muriendo de cáncer de mama, que su esposo le estaba engañando con la secretaria nueva de su bufete que quedaba justo en la esquina de la calle principal del centro histórico. No importaba que estaba embarazada, a su edad, después de tantos años de intentar, ahora que la quimioterapia estropearía cualquier migaja de vida que pudiera tomar raíz en el desierto de su vientre.

Agustín abrazó a su mujer, como creía era su deber en momentos como éstos. La guió hacia el carro, y todos se encaminaron en un lento hormigueo de negro luto hacia la fila de carros. Aguantó el llanto de su mujer que le resultaba siempre desagradable, porque a fin de cuentas eran compañeras de trabajo, amigas íntimas, y era lo correcto que llorara. Le tomó la mano delgada entre sus dedos fríos que olían a muerte súbita.

Tres días después, le llegó en el buzón de correo de su despacho la carta que Soledad le había mandado; una carta que no era precisamente una carta de amor, sino un recuento de un sueño que ella había tenido:

Querido Doctor,
Tú estás frente a mi, recostado sin pantalones, yo me hinco frente a ti, frente a tu miembro erecto. Está hinchado de deseo, rosado como la flor, brilloso y mojado de lubricación ansiosa. No veo tu cara, ni tú la mía, tengo un deber exclusivo y es hacerte venir dentro de la cueva de mi boca. Tu anticipación te hace gemir de placer aún antes de sentir mis labios cerrarse sobre la puntita, mi lengua hace acrobacias y me sabes a gloria. Sonrío contigo dentro de mí, los dientes hacen presión y te suelto. Estás respirando ahora más rápido, pero descuido tu deseo. Te muerdo ligeramente en la entrepierna, te beso y te masajeo los muslos con ambas manos. Mi lengua me guía hacia tu centro, lamiendo desde la base hasta la punta de tu torre ardiente. Me detengo en medio, retraigo la lengua y hago presiones con los labios secos. Casi lloras del placer pero te hago esperar un poco más (finalmente, qué es un rato más cuando la vida es tan larga) antes de dejarte entrar al líquido placer de mi lengua encorvada. Empujas hasta el fondo, y te chupo como si fueras un dulce. Gimes. Tus ojos me piden algo. Cambio de posición sin dejarte escapar de mi boca. Gateo despacio en un semicírculo, y me arrancas la ropa, te hundes en mi sexo, chupando, hambriento como prisionero, como si no hubieras comido en cinco años, y no te suelto aún cuando quiero gritar del placer, sintiendo la marea de tu deseo inundarme. Te tomo como néctar, como miel y me estremezco con la agilidad de tu lengua, tus manos sobre mis caderas. Me quedo con el alma temblorosa y me acercas hacia ti. Me miras los ojos y el calor me invade las entrañas. Pones tu boca sobre la mía, me metes la lengua, envuelves la mía con la tuya y se intercambian los humores. Siento que se me va la esencia por tu boca, pero con cada beso más profundo me devuelves un poco, me regalas un poco de la tuya hasta que no se distinguen las dos almas entrelazadas y unidas.


Al terminar de leerla tres veces, suspiró hondo y se miró las manos. Sí, en efecto le había pedido que escribiera sus sueños, lo justificaba como parte del tratamiento.

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8.9.05

Extrañando N'awlinz

Esta mañana, mientras trabajaba, oí algo que me forzó a dejar momentáneamente lo que mantenía ocupado. Recliné mi silla, entrecerré los ojos y me abstraje, aunque por un momento, en las cadencias lentas y las sentidas palabras de una canción que consiguió darle sustancia a la vaga melancolía que me trae distraído hace días ya.

Me imagino que a muchas personas les sucede como a mi en cuanto a que, aparte de tener un lugar físico donde residen, llevan en su corazón algun otro lugar que, por las mas diversas razones, se ha constituido en una especie de meca del espíritu; a donde sus almas, si no es siempre posible que sus cuerpos, peregrinan a encontrar solaz. En mi caso, mi alma vive siempre en Nueva Orleáns.

Para muchos, Nueva Orleáns (o, como lo dicen quienes nacieron en ella, lo que suena algo así como: "N’awlinz"), se compara con otras urbes como Paris o Nueva York en cuanto les representan, mas que simples lugares físicos, estados mentales.

Mientras me abandonaba a la música mis ojos se llenaron con imágenes de las casonas que bordean la avenida Saint Charles, las caminatas por Audubon Park, los barandales de hierro forjado en los balcones del Vieux Carre, los tranvías, los edificios de ladrillo del Warehouse District, los pintores callejeros en los alrededores de Jackson Square.

Reviví en mis sentidos los sabores y aromas añorados. El aroma de un café y un "beignet" caliente en el Cafe Du Monde, o un generoso desayuno de "pain perdu" en Old Nawlins, un "po-boy", un "gumbo" bien espesito, o un "jambalaya" picante de esos que me casi me hacían llorar al comerlos.

Recordé las incontables noches que pasé en Famous Doors, o en Pat O’Brien’s: escuchando zydeco, blues, jazz de todas las épocas; refrescándome el paladar con un "hurricane" helado y aspirando el perfume de un tabaquito de los que enrollaban Los Tres Hermanos a la vista de los transeúntes en Bourbon.

No quiero que se me malinterprete. Sufro por las irreparables pérdidas humanas. Al día de hoy no tengo idea de cual ha sido la suerte que corrieron amigos como Stacy Foret, Mike Culotta, o de los Prince (padre e hija), quienes me acogieron en sus negocios, sus hogares y sus corazones.

Nueva Orleáns es la ciudad cuyos únicos matices culturales y "joie de vivre" nutrieron por igual las imaginaciones y talentos de Anne Rice, "Satchmo" Armstrong, Tennessee Williams, William Faulkner, Alan Parker, Thelonious Monk, Harry Connick, Paul Prudhomme, o Emeril Lagase. Nueva Orleáns, hogar de los "gents de couleur"; albergue a la interracialidad desde épocas en que el separatismo racial era la norma. Aunque sea reconstruída, temo que al mismo tiempo sea reinventada y no pueda yo volver a verla tal y como alguna vez la conocí.

Me dí cuenta que la música que provenía de mi computadora se había detenido y tuve que incorporarme para reproducirla de nuevo. Esa melodía, compuesta por Eddie Delange y Lou Alter en 1947, ha sido interpretada por Manhattan Transfer, Billie Holiday, Louis Armstrong, Nat King Cole y otros. No obstante, la versión que me sumió en la añoranza hoy es la que con tonos ásperos interpreta Mac Rebennack (mas conocido como Dr. John):

Do you know what it means to miss New Orleans
And miss it each night and day
I know I'm not wrong; this feeling's gettin' stronger
The longer, I stay away

Miss ‘em moss covered vines; the tall sugar pines
Where mockin' birds used to sing
And I'd like to see that lazy Mississippi hurryin' into spring

The moonlight on the bayou; a Creole tune that fills the air
I dream about magnolias in bloom and I'm wishin' I was there

Do you know what it means to miss New Orleans
When that's where you left your heart
And there's one more thing ... I miss the one I care for
More than I miss New Orleans

The moonlight on the bayou; a Creole tune that fills the air
I dream about magnolias in bloom and I'm wishin' I was there

Do you know what it means to miss New Orleans
When that's where you left your heart
And there's one thing more ... I miss the one I care for
More... more than I miss... New Orleans

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7.9.05

Editorial desde la ancha alameda

A raíz de una conversación sostenida con Shanlucid, me puse a hacer una profunda (en realidad ni tan profunda pero reflexión al fin) sobre la condición de que esto de los blogs, es tan público como el negocio, en ambos sentidos, del oficio más viejo sobre la tierra (el de ser puta, no el de chulo). Aquí se las relato desestructurada y en desorden.


Al principio me negaba yo a creerlo y me defendía diciendo que total, yo podía escribir lo que me diera la gana, porque en un universo enorme como es la super information highway, la posibilidad de que alguien a quien no le he contado de mi existencia me encuentre, es mínima. Por ejemplo, sigue siendo un misterio como dio el buen Yuré con nosotros.

Sin embargo, después de pensarlo, creo que tiene razón a Shan. Esta vara ES pública. Y ahí fue donde caí en cuenta, que como en las novelas baratas, la burra he sido yo, por ponerme a escribir cosas personales que normalmente no le contaría ni al reflejo de mi espejo pero que sí las escribo para un aterro de cyber-compas que nunca he visto en carne y hueso (salvo 4 honrosas excepciones) y que se identifican a sí mismos con apodos, dibujitos photoshopalterados, y a sus familiares o cercanos con letras iniciales.

Y encima, la mayoría de esos ciber-compas, son ticos. Es que hay que ser claro: no es lo mismo ser Ilana o Yuré, que viviendo allende del Río Bravo, junto con otros doscientos millones de almas, tienen remotas posibilidades de encontrarse en Multiplaza, comiendo tacos de la mexicana, ser primos de la novia del otro, o haber ido al mismo colegio. No nos leamos las cartas entre adivinos: en aldeas con ínfulas de ciudad capital, como Chepe, hasta planeamos como vernos, conocernos y convencionarmos, y a veces, por la indiscreción de alguien o de uno mismo, hasta adivinamos el Clark kent del Zyberman que se oculta detrás del apodo.

Y lo digo por experiencia, porque Oscar , con tres detallitos, me sacó la identidad, la familia, la ascendencia, la casa de estudios y quién sabe que otras cosas que ni me animo a imaginar. Iván me deja comentarios vacilones cuando presiente que ando baja de ánimo. Yo me divierto calculando quiénes son hermanos, cuáles son novios, quiénes se caen mal, de dónde se conocen los bloggeros y demás blogteorías de árbol genealógico que después discuto con detalle con algún otro vago.

Tampoco es que yo sea celosa de mi identidad. Para nada. No me pasa las de Dean, que necesita su pseudónimo para seguir diciendo lo que le da la gana. A diferencia del Tugo, yo no soy reservada. Por lora parlanchina y porque me gusta contar historias, siempre termino relatando alguna que otra aventura mía o ajena.

Así que vamos diciéndolo claro: Me identifico como Sole, pero donde Shan, por ejemplo, firmo “Ale” en los comentarios. Así es. Confieso ante ustedes hermanos mi verdadero nombre: Aleída. Como la hija y la esposa del Che. Calculen ustedes la responsabilidad histórica inleduble que me trae llevar la cruz de semejante nombre. Por eso Sole me sirve porque rima con Ale, ven? Sole-Ale, Ale-Sole y se pueden adaptar todas mis correrías. Quedan debidamente notificados. No me molesta y hasta agradecería que sigamos todos usando el de Sole pa los cyberamigos.

Mi programa de sexo no es supuesto. Se pasa en canal 7 y en CNN todos los días a las 8. Si no lo han visto, es porque está producido, realizado y grabado con el mismo material del traje nuevo del emperador de aquel cuento.

Particularmente me preocupa el reguero de barrabasadas que he dicho de Pico de Oro. Antes de que se organice la expedición de búsqueda, voy a revelar su verdadera identidad: es el expresidente más guapo que conozco y que se mantiene pochotón a pesar de su edad: Sí mis pollos. Mi oferta tuvo los efectos deseados, pero él no quiere que se sepa que vive en Costa Rica víctima de un ataque de amor arrebatado por la que escribe, y para pasar de incógnito, se ha teñido el pelo para ocultar canas, se bronceó adecuadamente, se puso lentes de contacto cafecitos y ha subido un poquito de peso.

Y para que calculen mi nivel de idiotez, cuando lo pongo a leer a La Suiza Centroaméricana le pido a Dean que altere el link a las Anchas Alamedas, no sea que se tope de frente con mis análisis de sus conductas. Pero no drafteo los posts donde como esposa fodonga en té de señoras, lo desollo vivo y en los que podría caer como cualquier cyber nauta (incluyéndolo) que tenga el tiempo y la paciencia de buscar las dos palabras claves del último discurso de Salvador Allende.

y entonces volvemos al punto de este enredo: como esta vara ES pública y como me dice una amiga, en este país lo que sobran son zorras, no quisiera que alguna de esas envidiosas quisiera apropiarse de lo que ya casi casi es mío leyéndole uno de mis posts, así que tengo dos opciones: o paso a draft todo lo personal y me quedo sin blog o sigo escribiendo lo que me de la gana, así que vamos responsabilizándonos por lo que escribimos.

Voy de primera: Yo me identifico con la trama y la dinámica del sweet looser, del antihéroe, que inventó Chaplin o el Chapulín Colorado y así o más o menos así, quiere ser este alter ego. Tugo lo dice bien: todo yo sin ser yo.

Yo, en la vida real (y le pueden preguntar a los que sí me conocen en vivo), no soy ni la mitad de:
Patética
Necesitada afectivamente
Codependiente de un perrito insolente
Zorra
Ofrecida
Ingenua
Salada
Enamorada de un mal hombre
Obsesionada con Chile
Comunista/socialista/progresista (ojo, esto puede ser que sí sea, pero es para el despiste)
Bien hablada (más bien tirando a alcantarilla)
Deprimida
Abogada
Contestona
Alta
Bocona
Paciente psiquátrica
Atacada
Celosa
Depravada

De lo que aparece en el blog. Más bien yo debería poner un cintillo que diga que lo expresado en ese blog no necesariamente corresponde a la opinión de la autora, porque exagero, modifico la realidad, le meto sabor, la invento, le doy vuelta, saco el matiz que me interesa y no necesariamente siempre estoy hablando de lo que en realidad pasó sino para lo que sirve la escritura: lo que me inspiró o como quisiera recordarlo.

Sería terrible, por ejemplo, que Flo, después de leer un post, le mande un mail a Sirena, le entren al chateo y empiecen a elucubrar sobre el tipo de persona que yo soy por la forma en que escribo (los nombres son de ejemplificación na más no es que crea que lo hacen). Sería, manteniendo las distancias (que en este caso son guindos), como si se dijera que Truman Capote era un asesino a sangre fría. O que Gabo, el querido Gabo, tiene el aire tuberculoso y flaco de Florentino. O, ya más en el barrio, si Quintu fuera exacto lo que escribe, que es buenísimo y super volado (recomendación personal) ya más de un cyber vecino habría dado aviso al Chapuí para que los muchachos de las gabachas de lo llevaran de paseo en lugar de sacarle mucha de la valiosa información y lecturas que me sospecho Quintu maneja. Lo mismo del Yuré. Cachai la diferencia? Y en todo caso, no debería uno, aunque lo tiente eso de comer gente, solo o acompañado, hacerse ideas de alguien que uno no conoce en vivo y a technicolor.

También creo que es terrible que un hobby adictivo como este se convierta por una cosa o por otra, en un problema. Y en eso le doy toda la razón a Shan y a todos los que como él han dicho antes: aquí se escribe lo que me ronca y nada de caritas! Y todos deberíamos respetar eso. Por esa misma razón es que no me gustan los comments anónimos (aunque en algunos casos se impone su uso) y que uno debería además, como cuando habla con los seres humanos, exponer sus puntos claros y de frente cuando no está de acuerdo en algo, sin ser irrespetuoso. Y al igual que en esa vida real de la que la mayoría de nosotros los bloggeros carecemos, si no tenemos nada que decir o no se puede decir de una forma en la que no se expulsen sapos y culebras, calladito es más bonito. No le cuadra lo que lee? Navegue, póngale a la remadera, que material hay para todos los gustos.

Otra confesión más: Fuser no es un perro. Es mi esposo picaflor y mujeriego!

Nota de Sole: Lo anterior no necesariamente refleja la opinión de la autora. Algunos hechos son reales. Cualquier similitud con la vida real podría o no ser coincidencia.

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Del dicho al hecho...

Se me ocurre que el buen Oscar nos está proporcionando una variada y divertida expresión de lo que es este blogcito "colectivo" todos los días y sería interesante si pudiera hacer una recopilación de las diferentes descripciones en una suerte de squizofrenia colectiva. Ahora bien. Del dicho, se ha dicho lo que se tenía que decir, pero del hecho?


Todavía no me atrevo (por respeto al espacio ajeno) de estirarme, levantar las patas a la mesa y tirarme pa' tras como si estuviera en mi sala (bueno, por pudor, no estaría con uds. como suelo estar en mi sala, pero eso es cuento para otro día). No sé, me siento un poquito cohibida en este espacio común, insegura, preocupada (ni hablar de que ésta no es mi lengua). A fin de cuentas, no nos conocemos ¿verdad? Esto de conocer los detalles más íntimos, los dolores más profundos, las expresiones más libres y desnudas de nuestros compañeros bloggueros mientras desconocemos su ir y venir diario real, es, a la vez una ventaja y una desventaja. Por ejemplo, me pregunto, ¿se valdrá publicar algún cuentecillo erótico sin ofender las sensibilidades de los lectores de los demás? En un espacio único y personal se tiene la seguridad para decir, "que se vaya al carajo quien no le guste lo que escribo." ¿Pero aquí? Nadie quiere estar mandando al carajo a la novia del vecino, ni a la mamá del Abad... quiero decir, resulta un poco desconcertante el no saber quién puede estar del otro lado de la pantalla, persignándose por tus indiscreciones o tu bocota cuando gritas "¡a la re-contra concha de la re-puta lora!!!"

Ah... sí.. decía que del dicho al hecho hay mucho...

Y se me ocurre, sin ganas de presionar, que lo mejor de los proyectos colectivos son los productos que salen a la luz nacidos de mil vientres, regocijantes de su hetero-parentesco. Y, tengo una debilidad por los juegos de lengua (algunos ya sabrán de mis predilecciones). Así que... ¿qué es lo que propongo si es que propongo algo en vez de disvariar? Tal vez, un día de estos si alguno de uds. me quisiera complacer... un cuento colectivo cuyas reglas serían -como un buen día me dijo el buen Yuré- la única regla es que no hay reglas.

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5.9.05

Blog Blues

No te podías aguantar las ganas, ¿verdad?

Algo sobresaltado, respondo: ¿Ehh… de que hablás?

¿Pues de que va a ser? Le volviste a preguntar si había visto lo que escribiste hoy. Y, ¿qué te respondió?

Ahh, eso. Y, pues me dijo lo de siempre: que hoy no había podido, que bla, bla, y otra de esas excusas genéricas de las que se pueden acomodar a cualquier propósito.

¿Acaso no te das cuenta que esa carajada de autopromocionarse es bien fea? No tiene nada de dignidad eso de andar haciéndose propaganda uno mismo.

Bue… La verdad no resistí las ganas de preguntarle.

Si, si. No te aguantás dejar de revisar las estadísticas del blog todos los días, no te resistís fijarte en el correo cada hora a ver quien hizo un comment nuevo. ¡Y ahora esto!

Es que…

Mirá que sos denso a veces. ¿No se te ocurre que lo tuyo puede ser un capricho pasajero de esos que te dan a vos? Fijáte lo del otro blog. Ya van meses que ni siquiera hacés una sola foto. No ya una fotografía buena, que ese no es tu fuerte; sino que ni siquiera una que a vos te complazca. ¿Quien te dice a vos que la nueva “loquera” esta te va a durar?

No, la verdad es que puede que me de cuenta pronto que esto tampoco es “lo mío” y termine dejándole el blog a los que sí escriben… Pero…

¿Pero, qué?

A mi personalmente me causa satisfacción eso de blogear, aunque sean insensateces lo que escribo.

¡Pues ahí quería llegar! Lo que escribís lo escribís sobre todo para satisfacerte vos mismo, ¿no?

Ajá…

Cuando empezáste a blogear, todo se trataba de darle forma a ese mundo propio que todos queremos de alguna manera poder moldear, y en el que nos metemos como hacen los chiquillos con sus “escondites secretos”, ¿cierto?

Ajá…

Además, si lo que querés es poder darle comida al ego, ahí tenés ya una modesta audiencia de buenas personas que generosamente se presta para ello, ¿no?

Pues, si.

Entonces, ¿en que estriba la manía de que querás meterla a ella en lo que debería ser TU escondite secreto al que solo deberías dar acceso a tus amigos virtuales?

¿Sinceramente?

¡Por supuesto que sinceramente, bestia! ¡Estás hablando contigo mismo! Te verías bien estúpido tratando de meterte una mentira vos mismo.

Pues, te diré. Yo no sé expresarme. Punto. Nunca he podido decirle nada con claridad a ella. Hay quienes vierten en palabras exactamente lo que sienten y lo que piensan. Yo no. A mi se me enreda la lengua y quedo siempre peor que cuando empiezo. Ella sabe que la amo solo porque las mujeres tienen el corazón y el espíritu siempre calibrados a la perfección para percibir esas cosas. Si bien es cierto que blogeo por todas esas razones que me dijiste, también es cierto que quiero que ella sepa, sin decírselo, que lo que escribo en el blog es, a final de cuentas, para ella. Algo que haya nacido, aunque sea tangencialmente, inspirado en lo que ella significa para mi. ¿Ves? ¡Ni eso puedo ponerlo en palabras que nadie mas que yo entienda!

(desde la cocina ella me grita)

¿Me estabas hablando, amor?

Eh… No. Seguro fue la “tele” lo que oíste…


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John Doe (un cuento)

John Doe se sienta al borde de su cama, ve, sin mirar, al piso y hace una pausa. Contempla la perspectiva de otro día como lo ha hecho incontables veces ya, tanto que al mirar atras no logra distinguir un día de otro en su pasado. John levanta la mirada y recorre con ella cada centímetro de su insignificante apartamento gris.

Cuatro paredes marcan los confines de su habitat; cubiertas por una pintura tan descascarada y descolorida que ya no refleja, con fidelidad, ninguno de los parámetros de la escala cromática. Las paredes se muestran deshabitadas, con la salvedad hecha por un caledario que venció hace tres años, y que John conserva solo porque no ha reunido la convicción para tirarlo a la basura; un cuadro que en realidad es la foto de un paisaje recortada de una revista y que le recuerda a John un lugar que nunca ha visitado; una pequeña ventana imposible de abrir, y que enmarca una pared de ladrillo gris al otro lado del callejón; la cortinilla que se abre para dar paso al baño, y la puerta. En la puerta misma permanece abierto un ojo ciego: diminuta mirilla de vidrio opacada por la suciedad acumulada durante décadas. Completan el panorama una única silla, una mesa sobre la que se ven algunos recibos pendientes de pago y un par de revistas, un fregadero de acero cuya llave gotea rítmicamente sobre los trastos sucios, el mueble que hace las veces de trastero y despensa, un armario, la cama y la mesita de noche coronada por el despertador que siempre suena después de que John ya se ha despertado. A esa temprana hora del día ilumina todo la luz pálida de un bombillo desnudo que pende del cieloraso.


John desliza los pies dentro de las raídas pantuflas que están al pie de su cama, se incorpora y se dirige, lentamente, hacia la "cocina" de su vivienda. A un lado del fregadero reposan una hornilla, un cenicero lleno de colillas aplastadas y un "coffee maker". De este último se sirve John una taza de brebaje frío del que sobró el día anterior y que se constituye en su desayuno ésta mañana. John se da una ducha rápida a la vez que se cepilla los dientes. Luego se afeita frente al pequeño espejo sin marco mientras estudia con la mirada, algo desinteresadamente, la recesión de su rala cabellera gris. Aun después, John abre el armario y delibera por un rato, contemplando los cuatro trajes grises que componen su guardaropa de entre semana. Una vez vestido, John recoge su maletín, coloca sobre su brazo el sobretodo impermeable y el paraguas negro que le acompañan invariablemente cada vez que abandona la familiaridad de su entorno.

Ya una vez fuera, John mira de reojo a su muñeca para corroborar la hora que ya conoce con certeza antes de haber consultado su reloj. La mirada al frente, John se encamina hacia la calle y se confunde repentinamente entre una multitud de personas que caminan apresuradamente en todas direcciones. John se fija en un transeunte que casi le derriba al suelo al pasar a su lado y, repentinamente, contiene el aliento. Asombrado se da cuenta de que el hombre que le empujó es otro John Doe; viva imágen de si mismo hasta el último detalle: traje gris, paraguas, impermeable. John gira sobre si mismo, solo para darse cuenta de que alrededor suyo pasan mil John Does, todos avanzando con premura y absortos en si mismos, mirando sus relojes de reojo, cargando sus impermeables y paraguas sobre el brazo.

John despierta sobresaltado de su pesadilla, se incorpora sobre su codo y enciende la luz. Un sudor helado le moja la espalda. Su respiración entrecortada le agita el pecho. John Doe se sienta al borde de su cama, ve, sin mirar, al piso y hace una pausa. Contempla la perspectiva de otro día como lo ha hecho incontables veces ya, tanto que al mirar atras no logra distinguir un día de otro en su pasado...

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Vicio maldito


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3.9.05

Blogaholicos anónimos

Hola blogósfera. Me llamo Ilana. Tengo 27 años y soy una blogadicta. No crean que siempre he sido así. Tuve una niñez bastante inocua. Sólo me metieron a la cárcel 2 veces antes de los 21: una por robo de carros y otra por tráfico de blancas. No es cierto, claro. No sé mentir, tal vez uds. me podrán ayudar, pero tengo un problema. Lo admito.

Hace más o menos un año, me topé con mi perdición por medio de un chango cibernético que animaba a las nínfulas con ínfulas de escritora a escribir. Me convenció el pobre diablo de que realmente sabía lo que hacía (vil mentira) y que además había lectores prestos a leer mis vagancias mentales.


Entra al escenario el malo de la historia...

¡No escribas cosas indiscretas!
¡No escribas pendejadas!
¡No pierdas tu tiempo!
¡No enseñes demasiada pierna!

Este... no, eso no. Nunca. ¿quién, yo?

Escribo, tecleo, malbarato mis pensamientos ante un mundo sin fin, ilimitado, anfitrión de mis noches sin sueño y mis calores sin tregua. La palabra, la palabra, ¡sí! La palabra la tienes tú, susurraba la pantalla, a media luz, parpadeando, cómplice de mis mil pecados, sonsacador, corre, corre que te vuela... Cobras alas con la palabra. (¡Y podrás vivir en tu propia lengua!)

Y se apagan las luces, cae el telón, se levantan las masas en voces de alarde.
Y hay silencio.
Noches largas, incertidumbre.
¿Leerá? ¿Fuerza tendré para escribir frente al vacío sin siquiera un ánima que me lea?

Claro. Siempre lo he hecho. ¿Pero esto de los blogs? ¿Cómo es? ¿De qué se trata? pregunta la pequeña, voz ronca de sollozar. Un hilito en la oscuridad se vierte, se convierte en un sendero de luz que dibuja la sombra de los peregrinos...
Arrastrando, arrastrada por la fuerza de la palabra que se ha soltado sobre la cima de la montaña, sobre la inmensidad del mar, cae, cae, cae.

Y no estoy sola. Y no están solos. Y aquí nos encontramos desnudos, las almas en pena.

No lo puedo dejar de hacer. Regreso enloquecida por la ternura de mi compañera de 12 pulgadas, esperándome caliente, delgada. No, sé que es una adicción, sé que tal vez debería de dedicarme a otra cosa más productiva, pero Doctores, es que, pues, me gusta.

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Expectante vigilia

Aparentemente el Corazón de Palo ha cesado de latir. Como uno de sus incondicionales encenderé una vela por su pronta recuperación.

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Irritable

A veces me pongo a pensar si será que, a medida que voy sumándole calendarios a mi existencia, me estaré convirtiendo en aquel arquetípico cascarrabias que alguna vez hice solemne juramento nunca ser. El caso en cuestión es que cada vez con mas frecuencia me encuentro con que hay cosas en mi entorno que se me hace difícil tolerar.
A continuación enumeraré algunas de ellas:
  • Me irrita cuando el dependiente de la tienda, el cajero del banco, la recepcionista telefónica, el funcionario en una oficina pública (¡!), todos ellos personas a quienes nunca les he demostrado familiaridad y mucho menos concedido el derecho a ejercitarla conmigo; se dirigen a uno diciéndole: “Machillo”, “Mae”, “Compa”, “Primo”, “Chavalo”, y otros apelativos de similar calibre. No pretendo causar la impresión de que soy un "snob" inalcanzable, pero a veces me pregunto ¿quien abolió la costumbre de decirle a uno, con educada cortesía, simplemente “señor”?

  • Se me “llena el buche de gusanos” cuando oigo a alguna persona referirse a algo que le causa beneplácito con la frase: “Eso está solo bueno”. Igualmente "topo con pared" de inmediato cuando le pregunto a alguien cómo se encuentra y me responde: “¡A todo dar!”.

  • Me enferma el desproporcionado culto del tico al “dios” Futbol. El costarricense promedio domina de manera enciclopédica (con todo posible lujo de estadística, estrategia, futura proyección) el conocimiento de la actividad futbolera en el país. El futbol es tema de discusión obligado en cualquier reunión, fiesta, encuentro casual con un conocido en la calle, conversación con el chofer del taxi, bautizo, matrimonio y funeral. Cualquier tico que “se respete” tiene algo qué decir al respecto de la última sanción con que se castigó a Medford. Todos pueden vaticinar por cuantos goles le va a ganar la “Sele” a Panamá, Guatemala y Estados Unidos. Nadie se queda atrás cuando se trata de argumentar si uno u otro técnico es el que está llamado a cumplir la “sagrada misión” de dirigir los destinos de la Liga o el Sapri; y todos pueden citar con la mayor propiedad hasta el pasaje mas oscuro de los reglamentos de la FIFA. Mientras tanto el grueso de mis compatriotas exhibe un increíble grado de desconocimiento, desinformación y desinterés (o un coctel de las tres en variadas proporciones) acerca de las realidades nacionales y mundiales que SI ejercen efectos directos en sus propias vidas y bienestares.

  • Me pone la sangre a hervir cuando el tipo que recién irrespetó una señal de tránsito (y al que lograste esquivar de manera poco menos que milagrosa para evitar que tanto vos como tu vehículo perdieran su apariencia terrenal), te vuelve a ver de reojo por el espejo, de mala manera, te muestra el dedo medio de su mano izquierda y, para puntuar el gesto, profiere a todo pulmón una exclamación que implica que tu santa madre se gana la vida tendida de espalda.

  • Para cerrar por hoy la lista (pero de seguro encontraré material que inspire una continuación en un futuro no muy distante) diré que estoy cansado de leer los blogs de personillas que solamente escriben “posts” extensos (mas allá de lo que consensualmente se considera decente y considerado) para servir al único propósito de quejarse y despotricar sobre las cosas que les amargaron el día… ¡Volvé a la realidad! ¿O es que de verdad creés que a alguien mas le pueda importar que te estás convirtiendo en un viejo cascarrabias?

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2.9.05

Catálogo bloggero

Aprovechando la genial idea de Oscar de crear este blog compartido, e inspirado por su post de las Señales Inequívocas, quisiera agregar algo de mi propia cosecha para ampliar el tema del mundillo este de los blogs en el que he caído desde hace 5 meses sin encontrarle salida posible. Sí, me declaro un bloggero irrecuperable. No, no tengo ni idea de qué es XHTML compliance ni blogroll ni cómo crear un trackback, pero ser un poco technology challenged no me hace menos adicto a escribir en mi blog, ni me salva de andar recorriendo la vida en busca de anécdotas para contarle en mi blog a un tanate de desconocidos a quienes ya considero mis buenos amigos. Y sí, tengo algunos amiguitos imaginarios cuyos escritos son morfina para mi ansiedad, y cuando no postean algo nuevo, confieso entrar a cada rato a sus blogs y dejarles mensajes preguntándoles qué está pasando. Hasta he llegado a dejar mensajes a mis amigos bloggeros en blogs de terceras personas que sé que leen cuando los suyos propios “están caídos”.

Con todo esto en mente, he decidido iniciar un catálogo que recoja las diferentes tipologías de bloggero que existen, según mi experiencia. Esta no pretende ser la obra definitiva, así que las sugerencias de nuestros lectores serán bienvenidas en aras de algún día completar el catálogo definitivo de la especie bloggero sapiens.

Una advertencia antes de proceder: si algo de lo que lea a continuación le suena conocido, sepa que los personajes aquí descritos son basados en experiencias de la vida real y que sus identidades se han mantenido en reserva porque este autor es, entre otras cosas, un caso patológico del Tipo 7 definido a continuación.

Sin más preámbulo, aquí les dejo – en orden alfabético – las tipologías de bloggero que he encontrado a mi paso por este submundo.

Tipo 1 Bloggerato: aquel cuyos escritos son de tal calidad que debería de dejar de perder el tiempo con un blog y dedicarse a buscar quien le publique sus obras.

Tipo 2 Bloggero ansioso: el que después de postear, entra cada quince minutos a su propio blog a ver si alguien ha hecho comentarios.

Tipo 3 Bloggero compulsivo: no puede evitar contar hasta los más íntimos detalles de su vida y deseos secretos en una página web visitada por decenas de potenciales asesinos y violadores.

Tipo 4 Bloggero confundido: víctima de lo que los psicólogos llaman una relación amor-odio, se trata de aquel bloggero que sin conocer a los autores de otros blogs odia sus entrañas y todo lo que escriben, pero no puede dejar de visitar sus blogs ni de comentar en ellos.

Tipo 5 Bloggero esquizofrénico, esquizoblóggico, blogzofrénico: el que oye “voces” en su blog que lo llevan a interactuar o pelear con otros bloggeros.

Tipo 6 Bloggero obsesivo, blogsesivo: no se puede acostar tranquilo si ese día no ha “posteado”.

Tipo 7 Bloggero paranoico, bloganoico: el que cree que lo andan persiguiendo e insiste en mantener su verdadera identidad en reserva.

Tipo 8 Bloggero tipo Clark Kent: no existe consenso entre los expertos al respecto de si este tipo de bloggero merece una tipología propia o si es más bien un subtipo del bloganoico. Es aquel que en su vida real ya no sabe si es la persona cuyo nombre aparece en su cédula (Clark Kent), o el personaje que ha creado en su perfil bloggero (Superman).

Tipo 9 Blogocop: el que por antigüedad o algún complejo ignoto se cree el Guardián de la Doctrina de la Etiqueta Bloggera, y se dedica a indicar a los nuevos (y viejos) bloggeros las reglas de etiqueta que a su juicio debe de observar.

Tipo 10 Fiestoggero: le da por organizar fiestas de gente que ni conoce.

Tipo 11 Intoleblogante: el que no soporta opiniones diferentes de la suya vertidas en blogs ajenos.

Tipo 12 Lectofílico: el que no tiene tiempo o inclinación para crear su propio blog, pero aún así asume una identidad bloggera para entrar y comentar en blogs existentes.

Si se identifica con más de una categoría no se asuste, es común tener una personalidad compleja, sobre todo si vive usted una vida doble de ciudadano común de día y bloggero audaz de noche.

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1.9.05

Señales inequívocas

Jeff Foxworthy, uno de los miembros del "Blue Collar Comedy Tour", es uno de los comediantes que mas me hace reír. Este tipo se hizo famoso en el círculo de los “stand-up comedians” por su serie de chistes cortos intitulada “You Might Be A Redneck”. Siendo él mismo un autoproclamado “redneck”; Foxworthy satiriza los estereotipos por medio de la enumeración de características o actitudes personales que, de ser reunidas, son signos indicadores de que uno podría ser un redneck.

Recientemente he caído en cuenta de cuan sumergido me encuentro en el “mundillo” de los blogs y el blogeo, razón por la que decidí hacer un post dedicado a enumerar, a lo Foxworthy, varias señales inequívocas de que Ud. podría ser un Blogero Irrecuperable:

  • Si de camino a la oficina durante el transcurso de un día ordinario tiene Ud. una experiencia notoria o fuera de lo ordinario y, en lugar de contárle la anécdota a sus compañeros de trabajo, no puede esperar a llegar frente a la computadora mas cercana para redactar un “post” al respecto…
Ud. podría ser un Blogero Irrecuperable.

  • Si entiende Ud. los términos “template hack”, “CSS”, “blogroll”, “trackback”, “XHTML compliance”, y otras crípticas expresiones por el estilo…
Ud. podría ser un Blogero Irrecuperable.

  • Si entre sus lecturas diarias están los artículos escritos por una persona que se hace llamar a si mismo(a): Maddox, Wonkette, Moby, Reiter, ArgMax, Shanlucid u Otrova Gomas…
Ud. podría ser un Blogero Irrecuperable.

  • Si durante un día normal lee Ud. el mismo blog en mas de cinco oportunidades diferentes, y en cada ocasión le deja al autor un mensaje en forma de comment reclamándole por no publicar nada nuevo al menos cada quince minutos…
Ud. podría ser un Blogero Irrecuperable.

  • Si su propio blog contiene al menos uno de los siguientes elementos: WeatherPixie, Technorati tags, un contador provisto por SiteMeter o StatCounter, una lista de mas de 10 links a otros blogs, o un “banner” diseñado por Ud. mismo, y en el que trabajó por mas de una semana para que finalmente se viera como Ud. quería…
Ud. podría ser un Blogero Irrecuperable.

  • Si Ud., sufre de un caso terminal de bloganoia (emplea Ud. mas de 10 palabras que empiecen con "blog"?); y a causa de ello ha creado todo un alter ego con nombre y personalidad independientes de las suyas propias (toda una “split personality” que a veces hasta le usurpa a Ud. el control de su existencia cotidiana)…
Ud. podría ser un Blogero Irrecuperable.

  • Si leyó Ud. esta sarta de insensateces de un tirón y, para colmo de males, en algun momento de la lectura se sintió identificado con alguna de estas características…
Saludos! ES Ud. un Blogero Irrecuperable!

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